domingo, septiembre 01, 2013

Cada día

Cada día. Esa es la unidad de tiempo esencial. El pan de cada día. Eso es lo que hay que ganarse. Y por él se pide, no por el del mes que viene, o el del año próximo, en la única oración que (decía Simone Weil) puede ser compartida por cualquier ser humano. El sustento de hoy, no el de mañana: ésa es la meta de cada amanecer. Domar esta idea es conquistar la serenidad.

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lunes, noviembre 26, 2012

Una mochila, una mujer y algo más

En los procesos de cambio fundamentales, unos pocos en la vida, siempre me han acompañado una mochila, una mujer y una presencia protectora interior que me ha salvado del abismo en todas esas ocasiones. Acabo de atravesar una tormenta en la que he sido arrancado con violencia de mi entorno profesional conocido. En ese momento esencial, he contado, otra vez, con una mochila para recoger pertenencias con premura; con una mujer que me ha sostenido en pie; y con una presencia, creo que más espiritual que psicológica, más íntima a mí mismo que mi propia imaginación, que me ha transmitido una sensación de compañía tan evidente que sólo he podido ir repitiendo de cuando en cuando, como una letanía salvadora: porque tú estas conmigo.

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El agotamiento de la razón

Dice Frank Herbert en El Mesías de Dune: " La razón es la primera víctima de las emociones fuertes". Claro. Cuando se lucha para que la razón no zozobre en una situación de presión emocional, cuando se trata necesariamente de no perder la cabeza, cuando a toda costa hay que mantener la serenidad, la claridad, la lucidez... Cuando ocurre todo eso, la mente y el cuerpo se agotan. Aparece un cansancio esencial. Es el agotamiento posterior a la lucha de la razón por no sucumbir a las emociones excesivas.

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martes, agosto 21, 2012

La brújula del tiempo

He disfrutado mucho estos días con la relectura de El libro del reloj de arena, de Jünger. Enlazo dos ideas: la arena se desliza en la ampolleta del reloj de arena, pero no desaparece. El tiempo, en el reloj de arena, se desvacence, pero no es aniquilado. Se enriquece en esa profundidad de lo incorpóreo que, en el vaso superior de la ampolleta, antes fue y ya no es, aunque no definitivamente. Eso ubica a esa idea del tiempo en el centro mismo de la vida, de la definición de la vida. Y ello mismo conduce a una segunda reflexión: el reloj no es en sí un instrumento agobiante de control. Quizá lo es en el contexto de los relojes mecánicos, propios del mundo automatizado, no humano. El reloj (un reloj de arena, de agua, de sol, los relojes elementales) también es un sistema de orientación. Una brújula. Esto lo entendemos hoy dolorosamente: nos han quitado el tiempo, nos han quitado la brújula. Estamos desorientados.

PS: para Gonzalo, con mi agradecimiento vergonzante.

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miércoles, junio 13, 2012

Sacrificio

Todo sacrificio necesita, para conservar su sentido, su coherencia esencial, un elemento sagrado que una entre sí la acción oferente, la ofrenda misma y la finalidad, el destino teleológico de la acción. Si se rompe ese elemento sagrado, el sacrificio deviene en farsa o en fractura. En sufrimiento ciego, en dolor inexplicado que conduce a la locura. Todo esto lo sabían el autor del Génesis y Esquilo. Y Kierkegaard lo supo atisbar. Un padre, unos padres, pueden ofrecer en sacrificio a un hijo, a una hija, atendiendo a una voluntad ajena que exige ser divina. El sacrificio aporta sentido a la existencia de los oferentes, siempre que la ofrenda misma comparta ese relato. Siempre que Isaac e Ifigenia no solo entiendan qué está ocurriendo, sino que lo compartan, que hagan suya la misma realidad sacrificial que se concreta en sus personas: el sacrificio, pues, tiene que ser capaz de dotar de sentido a las vidas que van a ser entregadas por el honor de Dios y el honor de los oferentes. Eso mismo confiere honor a las ofrendas. Pero si el elemento sagrado, la explicación fundamental del honor de Dios, ya no es percibido como tal por las vidas ofrendadas, por Isaac e Ifigenia, Agamenón y Abraham sufren. ¿A quién pedir explicaciones de ese sufrimiento? La respuesta es el vacío y la actitud, la reconstrucción, incluso la búsqueda de un nuevo sentido en la lógica oculta que sólo entiende la misma voluntad divina. Eso es aprender a vivir en paz con los fantasmas de los propios muertos.

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viernes, mayo 18, 2012

Huérfanos del tiempo

Cada vez necesito más días de descanso para desconectar. La desconexión, esa nueva metáfora de la felicidad en la era de la infoxicación y el estrés. La riqueza se mide hoy en términos de renta de tiempo libre. Los nuevos pobres son los huérfanos del tiempo.

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lunes, abril 23, 2012

Anarquismo

La lectura de un párrafo de Sobre el anarquismo de Nicholas Walter me ha llevado a bucear en algunos conceptos del anarquismo cristiano y el movimiento distributista americano, hoy centrado en dar la cara por los inmigrantes ilegales de la frontera Sur de EEUU. Las viejas ideas, las viejas ansias de libertad y de igualdad, han dejado sus cicatrices pero están más vivas que nunca. Tan vivas como siempre. No, no eran un sueño adolescente; eran los relámpagos que fueron alumbrando una cierta manera de vivir.

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sábado, marzo 10, 2012

Los halcones de la nada

Los halcones de la nada vampirizan la vida de los demás. No es infrecuente que ese espectáculo provoque la sensación de sentirse traicionado, defraudado; porque todo el esfuerzo por sembrar ideas y abrir espacios a la deliberación, el regalar conocimiento para ayudar a que todos puedan saberse iguales, al final es aprovechado, esquilmado por los listos de este mundo de esclavos mentales y traficantes de ideas de segunda mano. Sin embargo, esas plagas de langosta nunca logran arrasar con todo. Siempre dejan algunas semillas sin esquilmar, los mongoles no consiguieron borrar las mil y una noches de la memoria de Bagdad. Es cuestión de irse. Siempre es cuestión de irse. De recoger esas palabras-semilla que diría Emilio Lledó y buscarse nuevas praderas en las que acampar. Nuevos territorios en los que buscar. Nuevas tierras que cartografiar.

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lunes, enero 30, 2012

Identidad, tecnología y mestizaje

La tecnología cataliza cambios culturales. Hasta redefinir la identidad. Y eso siempre se da en forma de dilema. El dilema de Neo ante el agente Smith: "Señor Anderson, usted lleva dos vidas. Una tiene futuro; la otra, no". Y el dilema de Neo ante Morfeo: pastilla roja, pastilla azul. Sin vuelta atras. De regreso al mundo conocido o hacia la madriguera de conejos. En ese dilema habita el nudo gordiano de la identidad digital: ¿se es más o menos uno mismo cuando se vive en Internet? ¿Se es más o menos auténtico bajo un avatar de elfo macarra de nivel 27 que destripa orcos en una sesión multijugador? Probablemente la solución esté en el terreno del mestizaje, no de la doblez.

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lunes, enero 23, 2012

Algo más

No somos animales abandonados a la suerte y al propio esfuerzo. Hay más. Debe haber más. Valèry, Peguy, Lewis, Szymborska, Södergran, lo buscaron. Lo llamaron, por aproximación, gracia. La gracia. Todos eran poetas.

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domingo, enero 15, 2012

Don y carrera

Es importante intentar organizar la existencia en torno a un don, no alrededor de una carrera. De esta manera, siempre que se pueda desplegar ese don, la carrera, su ubicación funcional, es irrelevante. Basta con desarrollar el don que se posee en cualquier lugar.

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domingo, enero 08, 2012

Propedéutica callejera

Hace años, era yo muy tierno aún, al comienzo de empezar a darme cabezazos en las esquinas, alguien que ostentaba entonces un cargo político importante me llevó a comer marisco. Y en la sobremesa expuso un dilema del que todavía me acuerdo. Mi interlocutor, un viejo comunista español transmutado en socialdemócrata por, digamos, evolución sincronizada con el contexto, me explicó que antes de meterse a fondo en cualquier proyecto de carrera profesional o de definir una manera de andar por el mundo, es imprescindible aclararse con un asunto: ¿hay o no hay Dios? Una vez que se elige, esa opción va a formatear (me dijo) tus éxitos y tus fracasos. Todos los éxitos y todos los fracasos, pues ésa es la cuestión (me dijo) que va a definir el fondo de la existencia. Entonces, atribuí esa reflexión a un arrebato de misticismo cachondo propiciado por la mariscada y las dos botellas de alvariño que habíamos despachado a medias. Con los años, me he acordado varias veces de esa charla. Y creo que mi viejo amigo comunista llevaba razón: ése es el asunto. Ésa es la gran madeja a desenredar. Vivir con Dios, sin Dios o contra Dios define la manera de andar.

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jueves, septiembre 29, 2011

Humillaciones

Releyendo a Kropotkin, caigo en la cuenta de cuánto de contexto, de medio ambiente, de cultura, hay en las decisiones humanas y en el posicionamiento de los individuos, en sus decisiones. En sus Memorias de un revolucionario, relata la reacción de un hombre honorable ante la ofensa procedente de un ser superior, el zarevich: la única salida que tiene el ofendido (en este caso un noble sueco de la corte rusa) es confiar en que el ofensor se disculpará. Y da un plazo para ello: un día. El tiempo pasa, la disculpa no llega y lo único que puede hacer el hombre de honor es... pegarse un tiro. Hoy como entonces (Kropotkin relata hechos del último tercio del siglo XIX), las ofensas de seres superiores a las que no puede responderse en condiciones de igualdad forman parte de la rutina laboral de millones y millones de personas. A veces, alguien se pega un tiro. Por desesperación, no por sentido del honor. O el oscuro trabajador de cuello blanco irrumpe un buen día en la oficina y causa una matanza con un rifle de caza. Tampoco lo hace por honor. O todo sigue igual. Y tampoco hay honor en ello. O sí. Quizá el honor consista en resistir.

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domingo, mayo 01, 2011

Identidad y sentido del pudor

La necesidad de definir territorios compartidos entre los seres humanos occidentales ha llevado a crear zonas de vacío, áreas tabú, integradas en el concepto de intimidad-privacidad. Hay ciertas cosas sobre las que no se habla, sobre las que rige el manto del sentido del pudor. No se habla fuera del entorno íntimo de creencias religiosas, de preferencias sexuales, ni, en general, del relato personal de la propia existencia. Ese silencio parece haber sido entendido como necesario para construir la convivencia contemporánea. Y, de tanto no hablar de eso, da la sensación de que la identidad humana se fundamenta sobre el vacío. No. La identidad humana se fundamenta precisamente en aquello de lo que no se habla: las creencias religiosas (por supuesto, ahí entra la creencia en la no creencia), el modo de saberse en el mundo, la propia historia. Quizá sea bueno ir por la vida sin las banderas enhiestas, sin beligerancias, sin afirmación continua de las propias marcas de identidad. Pero también lo es no olvidarse nunca de mimar, de cultivar, esos territorios de lo privado, porque en esa penumbra florece la misma esencia de la libertad.

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martes, abril 12, 2011

Mirar por la ventana

Cuando, para saber qué tiempo hace una mañana, se le echa un vistazo al gadget meteorológico del ordenador personal o del iPhone en vez de mirar por la ventana, hay que parar, pensar y sentarse a respirar. Porque es posible que se esté olvidando en qué consiste vivir.

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domingo, enero 23, 2011

Respuestas imperfectas

Me gusta la consistencia del discurso intelectual de Raztinger, hoy Benedicto XVI. La precisión del encaje de las piezas, la inteligencia en la elección del momento para utilizarlas en cada recodo del razonamiento planteado. En estos tiempos de abajofirmantes y masticadores de ideas de segunda mano, lo de menos es estar o no de acuerdo con Ratzinger, incluso con el Ratzinger que de vez en cuando asoma bajo Benedicto XVI. A estas alturas, no busco precisamente estar o no de acuerdo con nadie, ni la talla intelectual de nadie depende de mi aquiescencia, ni de la la de nadie, a sus postulados. Cualquier interlocución de verdad es ya de por sí un regalo. Bien. Ratzinger, en su desglose análitico de la silueta del cristianismo en el contexto de la pluralidad religiosa (Fe, verdad y tolerancia) me ha hecho caer en la cuenta de que, efectivamente, en el cristianismo, en la tradición profética en la que se inserta, lo importante no es tanto el grado de perfección de las personas, el acceso a los delicados conceptos del mundo superior, sino la acción de Dios y la respuesta personal a esa acción. Una acción datable, identificable. Una acción histórica. Lo importante, entonces, no es ya entender la historia del cristianismo, su fenomenología religiosa. Lo importante es el binomio que forman historia y cristianismo; vale decir, el conocimiento histórico de la acción de Dios y la respuesta, imperfecta pero innegable, ante ella.

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martes, enero 18, 2011

Poetas e ingenieros

Jacques Le Goff da una explicación en su análisis de la cultura medieval occidental de por qué la universidad le dio la espalda hasta el siglo XVII al método experimental. La clave del asunto estaría en la adopción de una cierta mentalidad señorial de rechazo al trabajo manual, propia de las altas burguesías urbanas: lo que se toca envilece. Y la potencia intelectual de la universidad pasó entonces, de largo, por la aplicación experimental, refugiándose en las autoridades, refrendadas por la tradición. Disciplinas 'nobles' como la Medicina quedaron alejadas de los avances en los saberes prácticos anatómicos y quirúrgicos y otras, 'artesanales', como los gremios constructores, tardarían siglos en obtener el reconocimiento de las elites intelectuales. Siguiendo esa línea fundamental hacia atrás en el tiempo, se llega al origen de la verdadera cuestión: el mundo que ve ante sí el ser humano occidental en la Edad Media es un mundo simbólico. No mágico. Simbólico. Todo lo material lo es porque es a la vez y sobre todo, espiritual. Vale decir: no hay ruptura, quizá hasta el prólogo renacentista de la revolución científica del XVII, de ese cierto discurso pitagórico que dice, a lo largo de todos esos siglos, que los números son símbolo, explicación; la realidad está hecha de números. En contraposición al discurso euclidiano, que dice que los números están hechos de realidad. Pitágoras nos hizo poetas. Euclides, ingenieros.

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jueves, diciembre 09, 2010

La siembra

Todo aporte a la mejora del mundo requiere de un periodo de germinación. Por eso, quienes se atreven a la generosidad de sembrar, pocas veces disfrutan del resultado del esfuerzo.

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domingo, octubre 17, 2010

La belleza del código

Estoy aprendiendo mucho últimamente del mundo hacker relacionado directamente con los lenguajes informáticos. Las webs más simples que he encontrado por ahí suelen ser, precisamente, aquellas que son escritas (no editadas: escritas en html o cualquier otro lenguaje) por sus mismos autores. Ellos mismos han escrito el código. Y suelen desechar el preciosismo, lo bonito; eso es superficial. La verdadera belleza está en la creación, en lo verdadero, en lo auténtico de una idea transcrita al código. La belleza hacker. Los demás, los no iniciados, usamos bonitas interfaces; quizá hermosas, pero no nuestras, no originarias de nuestra propia vida. Bajo este punto de vista, afirmar como divisa aquel eslogan ciberpunk español de querer construir un hermoso blog como parte de una hermosa vida encierra un significado verdaderamente profundo. Más allá de cualquier boutade a la moda, mucho más allá. Porque, efectivamente, escribir el código de la propia web, del propio blog, es expresar la propia vida.

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martes, agosto 31, 2010

La parálisis de la perfección

Sólo cuando se acepta que el mundo no es perfecto es posible intervenir en él. Sólo cuando se ven y se aceptan las propias imperfecciones se está preparado para la acción. La búsqueda de la perfección como condición previa al actuar puede llegar a convertirse en un veneno paralizante. Los absolutos estorban a la mejora del mundo.

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lunes, agosto 30, 2010

La sacralización del punto de vista

Quizá sea verdad que la postmodernidad inaugura la era de la soberanía del individuo. Pero el individuo, en general, especialmente el cansado individuo occidental, no ha querido gestionar esa caída de los absolutos, ha renunciado a vivir en un sistema de estrellas móviles, de referencias relativas. Y se ha escondido en el sí mismo, en la autorreferencialidad como única guía: ha cambiado unos absolutos por otros; los propios. De ahí que la sacralización del propio punto de vista se haya convertido en la gran plataforma de apoyo existencial del individuo. Se ve el mundo, entonces, únicamente a través del sí mismo: el mundo es malo si se mira a través de las propias miserias. Y, sin duda, el mundo es mejor, habitable, si la mirada, el punto de vista de los juicios, pasa a través de las propias virtudes. La gran consecuencia de esta segunda opción es que, entonces, es posible salir de la autorreferencia para mirar afuera y aprender a orientarse en un universo que quizá ya no tenga estrellas fijas, pero sí sistemas platenarios móviles, armónicos, útiles para existir.

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